Tan pronto como las cosas se han puesto complicadas, hemos constatado que seguramente debido a que somos el país de Europa con más políticos, con más mandos en el funcionariado, el país con mayor número de asesores en el gobierno y más coches oficiales, debido a todo eso, digo, es que las cosas en general han dejado de funcionar y el país ha colapsado.
Lo cierto y lamentable es que ha dejado de funcionar en todos los aspectos y no se arreglará porque se controle el Covid. Veamos.
LA SANIDAD
La pandemia ha demostrado que nuestro sector público es un hipopótamo que precisa de la ayuda del agua y de la tranquilidad para mantenerse en pie. Cuando el entorno hace que necesitemos los movimientos de una gacela no nos sirve para nada. No ha sido sólo la gestión de la pandemia. La vida diaria de la sanidad pública se ahoga en la descoordinación. Se ha dejado de atender a le gente y la existencia de 17 sistemas sanitarios ha supuesto un perjuicio grave para el ciudadano. He visto personas a la que en 6 meses no se la ha aplicado tratamiento alguno para el cáncer por pura desidia y mal funcionamiento.
LA JUSTICIA
La politización de la justicia provoca que muchas de sus decisiones no hagan honor a su nombre. Además el sistema de nombramiento de su órgano de gobierno provoca su politización, impide su independencia e imposibilita su renovación periódica como estamos viendo. El propio sistema de nombramientos es el que impide su renovación.
EL PARLAMENTO
Han acabado con él. Baste decir que no controla al Gobierno y que no legisla ya que lo hace el “dictador” por decreto ley; sin respetar los rangos de ley preceptivos como vemos en el caso del CGPJ
LA EDUCACIÓN
La organización territorial y competencial del estado ha generado un sistema educativo que no educa, no enseña, no forma y que adicionalmente impide el libre ejercicio de los derechos fundamentales de los ciudadanos para formarse y educar a sus hijos .Provoca el desequilibrio social y va a generar problemas serios en el futuro; cuando un catalán o un balear no se pueda entender con un ciudadano de Madrid.
SERVICIOS PUBLICOS.
Para no aburrir al lector baste con decir que ha sido más fácil entrar en el Capitolio que en el SEPES. O que hemos sido víctimas de que la sal sea del ayuntamiento y las máquinas quitanieves de Fomento.
LA ECONOMIA
La economía española quebrará durante 2021. Tanto en lo que a pensiones y seguridad social se refiere como a las propias cifras macro del país, que tendrá que realizar serios ajustes que pagará la ciudadanía y pedir un rescate o que nos expulsen del Euro.
EN GENERAL
Tan sólo la Corona y las Fuerzas Armadas, permanecen en su lugar y cumpliendo correctamente sus cometidos.
Pero lo que es una inutilidad total del sector público, va más allá que una mera cuestión de servicios; se convierte en una anulación de derechos individuales, en un ataque a la democracia. Comenzando por el derecho a la información y a la opinión.
España adolece de un estado ineficiente, absurdo, costoso tan excesivamente lleno de organismos de carácter político que ha generado una estructura de estado superideologizada (uno disfruta de un puesto por pertenecer a una ideología o partido). En España, los españoles y el sector privado están al servicio del estado y no al revés.
Se considera que un servicio público, pongamos sanidad, es bueno por su carácter público y no por ser eficiente, eficaz, útil, de calidad, austero, riguroso, etc. Tan sólo por ser público y porque así lo manda la ideología.
LA CIUDADANÍA
Hace un tiempo que el político y escritor Fernando Maura, me comentó que Silvela ya había identificado la falta de ciudadanía como uno de los problemas de España. Cien años después parece que seguimos sin ciudadanía ya que ésta no parece tener claras cuales son su misión y sus funciones y cometidos.
El papel que nuestro sistema otorga a los partidos políticos hace que estos absorban y acaparen funciones que debieran corresponder a los ciudadanos.
La misión de una persona en su calidad de ciudadano es ser y ejercer de sujeto político de la comunidad que forma su NACION. En suma ser titular de la soberanía nacional y preservar esa soberanía.
Todo lo que suponga reducir el papel de los españoles como sujetos políticos, alienar a los ciudadanos de su función soberana es un ataque contra la democracia, venga este del gobierno o de organizaciones separatistas.
El ciudadano, consciente de su condición, no es un mero comprador de servicios públicos. Y menos debiera ser un comprador que paga un precio de restricción de derechos y libertades. Y hay que decirlo claro; un ciudadano es menos libre cuando se deja expropiar por vía fiscal la riqueza que le hace libre para malgastarla o emplearla en beneficio particular de otros y no de los ciudadanos. Las políticas que producen el empobrecimiento de la población no son lícitas.
Un ciudadano debe preservar y defender sus propios derechos individuales, porque así defiende también los de los demás, los de la colectividad. Porque defendiendo sus derechos y libertades personales hace una gran labor social.
Una ciudadanía vital, se organiza, participa en foros de opinión, busca los medios de comunicación libres e independientes y castiga a los que no lo son. Una ciudadanía con vitalidad y consciente de sus obligaciones no paga dócilmente aquello que no es justo pagar. Organiza grupos de resistencia y exigencia. Los ciudadanos, en suma, tienen derecho a que les dejen ser patriotas y responsables por sí mismos. Y no a que les explique un gobierno sectario como serlo y cómo actuar. Con la interacción ciudadana, con el intercambio de ideas y análisis conjunto será más fácil identificar los problemas y luchar, por ejemplo, contra el nuevo comunismo que se impone por vía fiscal y contra el nuevo caciquismo que se implementa por vía autonómica.
Y hablando de responsabilidades la ciudadanía tiene como función importante exigir responsabilidades. En el sector privado se aplica un sistema muy estricto de responsabilidades personales. Si tuviésemos una exigencia similar para el sector público se produciría una selección natural; es decir, antes de asumir un cargo público, uno analizaría si está capacitado para cumplir con sus obligaciones. No como ahora que dado que no existen responsabilidades personales son los más mentirosos e incompetentes los que copan los puestos políticos.
Puede parecer que lo que he dicho es complicado de realizar. Pero, de verdad, basta con un primer paso y que todos nos preguntemos con humildad y sinceridad ¿Cuál es mi función como miembro de la ciudadanía y como sujeto político de la Nación? Por ahí se empieza, sabiendo que sólo la ciudadanía española puede salvar a los ciudadanos españoles.
Es empresario. Cursó estudios en la Universidad de Deusto. Durante 20 años ha desarrollado su profesión en banca. Como asesor externo, experto en procesos de reestructuración empresarial, ha ocupado diversos puestos en Consejos de Administración, dirección general o CRO (Chief Reestructuring Officer)