Si queremos adentrarnos con objetividad en cualquier tema, nuestra primera tarea ha de ser definir de forma clara los términos esenciales que vamos a utilizar. En caso contrario, si partimos de conceptos ambiguos, e incluso contradictorios, las falacias lógicas aparecerán rápidamente, máxime cuando cuantiosas subvenciones estatales están en juego.
Según la RAE, el feminismoes “el principio de igualdad de derechos de la mujer y el hombre”. Teniendo en cuenta que en España nuestra Constitución garantiza los mismos derechos para todos los ciudadanos independientemente de su sexo, y que disponemos de los cauces legales para defendernos en el caso de que esos derechos fuesen vulnerados, no tiene sentido que grupos autoritarios que suponen un peligro para la verdadera igualdad se apoderen del término feminismo, pervirtiéndolo.
El feminismo supuso progresos sociales importantes , como el derecho a la educación, a la participación política, derechos legales sobre los hijos, etc.; sin embargo, las mujeres que en su día lideraron este movimiento y pelearon en las trincheras de esta auténtica batalla cultural, hoy se revolverían en sus tumbas al observar cómo se ha pervertido el espíritu original de su esfuerzo y su lucha.
La izquierda, una vez que ha comprobado que la lucha de clases se les ha quedado obsoleta a causa del enriquecimiento y progreso general que ha producido el capitalismo, ha necesitado buscar nuevos sujetos revolucionarios, encontrando un estupendo caldo de cultivo en la victimización de la mujer, generando así el odio entre sexos. Los socialistas, con su arrogancia y acostumbrada tiranía, siempre han creado problemas donde no los hay. Aseguran luchar por la mujer y sus derechos prohibiéndoles al mismo tiempo hacer lo que les dé la gana con su cuerpo e imagen, atacando así a modelos, azafatas, prostitutas, relaciones públicas, etc, acusándolas de ser víctimas de una supuesta cosificación,vulnerando así algo tan sagrado como su derecho a decidir.
Utilizan la coacción educativa y social para educar a las niñas como sexo oprimido y perjudicado en un entorno que realmente no lo es, contradiciendo por el camino el espíritu del verdadero feminismo. De esta forma, gestan un grupo manipulable a expensas de su protección.
Establecen, armados con el todopoderoso BOE, vergonzosas cuotas de participación, sustituyendo la excelencia por el supuesto mérito de pertenecer a un sexo concreto. Cualquier mujer con autoestima y verdaderamente feminista no debería aceptar ninguna otra selección que no fuera la meritocracia.
Generan una asimetría legal por motivo de sexo, ignorando así uno de los más elementales principios del derecho procesal penal, el habeas corpus, en el caso de que quien infrinja el delito sea el hombre y no la mujer, con la absurda excusa de compensar un supuesto “desequilibrio”. Imagínense ustedes si, cuando se abolió la esclavitud en los EE.UU., se hubiera decidido esclavizar a los blancos (para compensar).
No les interesa que las mujeres sean fuertes, independientes y dueñas de sí mismas: que amen a sus padres, amigos, compañeros, etc,; que decidan dedicarse a criar a sus hijos o enteramente a su profesión; que diferencien entre discriminación y preferencia; que huyan en definitiva del pensamiento colectivo y ejerzan su libertad individual; que respeten a los hombres como se respetan a sí mismas; porque, de ese modo, les resultaría imposible llevar a cabo sus planes de ingeniería social, basados en el odio al supuesto enemigo explotador, que tantos beneficios políticos y económicos les está generando. Es por ello que, con la ayuda del aparato coaccionador del Estado, siempre pretenden extender sus tentáculos por el mayor número posible de instituciones públicas y educativas, tratando de monopolizar las ideas y movimientos culturales.
Mediante sus técnicas de metafísica social, logran que en gran parte de la población la sanción moral de qué es lo políticamente correcto reemplace a la verdad, los hechos, la razón y la lógica.
Como diría William Henry, “quien no quiere razonar es un fanático; quien no sabe razonar es un tonto; y quien no se atreve a razonar es un esclavo”.